"Que rápido pasa el tiempo". ¿Hay frase más escuchada?
Pero si tan rápido pasa, y tan efímero es todo, ¿por qué es tan importante la edad, o la diferencia de ella, entre las personas? ¿Qué nos hace obsesionarnos y darle tan importancia a los años, meses, días?
Quizás sea la necesidad que tenemos de ir acorde con el resto del mundo, el miedo a envejecer, o el miedo a avanzar demasiado rápido. Pero realmente, ¿qué son dos años menos, cuatro más, ocho o doce?
Doce, eh? Suena a mucho, ¿verdad? A eso me refiero.
Sin embargo he de reconocer que el intervalo de edad en determinadas etapas es mas palpable. Me refiero a la adolescencia, si. Cada vez más niñas, en la mayoría de los casos, de escasos quince años se pueden ver adelantándose al resto. Pero... ¡que hipócrita es esta entrada!
¿O igual no?
A estas alturas aún estoy intentando aprender que la edad es algo más que días, meses o años. Que 17, 18, 19 o 20 son números simbólicos para llevar la cuenta de nuesra vida, pero que en muchas ocasiones no distan mucho del grado de experiencia, vivencias o cómo lo querais llamar de los 21, 22 o 26.
Antes de llegar al final era lo que iba a decirte: no se trata de los minutos, sino de los problemas afrontados y resueltos, los deseos obtenidos y frustrados y las reacciones de cada una de las acciones llevadas a cabo en esos minutos. La experiencia. Alguien de 15 años puede haber caido y haberse levantado, y haber disfrutado, de mas cosas o de mas variedad de cosas que alguien de 26. Pero, habitualmente, mas tiempo es sinonimo de mas experiencias; salvo en algunos casos.
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