La percepción que cada uno de nosotros tenemos respecto a adjetivos, sustantivos, adverbios y todo tipo de palabras que constituyen el mundo en el que vivimos, es diferente. Cada uno, según su estado de ánimo, vivencias, y las ganas con que mire las cosas interpretará de una manera u otra los aspectos que en ese momento lo rodean.
El otro día a modo de experimento sociológico, fui a un grupo de gente variada y pregunté qué era lo primero que les venía a la cabeza al escuchar las siguientes palabras: rojo, palo, verano, aceite, cama y cámara.
A decir verdad, esperaba respuestas más variadas, y debe ser que yo soy una pervertida, ya que pocos asociaban las palabras con temas sexuales. Con bola me encontré asociaciones como: billar, bolos o pelota; y con rojo la cosa fue desastrosa: ¡sangre, corazón, movimiento, izquierda, trapo y labio!
A decir verdad, esperaba respuestas más variadas, y debe ser que yo soy una pervertida, ya que pocos asociaban las palabras con temas sexuales. Con bola me encontré asociaciones como: billar, bolos o pelota; y con rojo la cosa fue desastrosa: ¡sangre, corazón, movimiento, izquierda, trapo y labio!
Espero al menos que al leer el título alguien se haya imaginado que iba a contar una historia o vivencia sexual... Si no es así, creo que es hora de empezar a plantearme seriamente mirarme lo mío.
¿Ver el doble sentido sexual de todo significa un alto grado de perversión?
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